Supongo
que celebrar que la Tierra ha dado otra vuelta al Sol poniendo como punto de partida
un día escogido al azar hace más de 2050 años, está bien.
Después
de vueltas como la última, te das cuenta de que nada sirve. Que lo que tenga
que ser, será, la vida no presta ninguna atención a tus inútiles intentos de
conseguir cambiarlo. Yo ya no brindo por la felicidad, más efímera que un meteorito consumiéndose en la estratosfera. Brindo por el sentido del humor, porque en los momentos infelices,
es lo único que consigue empujar el horizonte.
Brindo por esa gente que lo hace fácil, por aquellos que consiguen que fluya bien.
Brindo por esa gente que lo hace fácil, por aquellos que consiguen que fluya bien.
Ni Wes Anderson podría encuadrar este año para que quedara bonito.
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