En mi opinión,
la peor crítica para una película es «entretenida». Para mí, ver una película
no es sinónimo de entretenimiento, para mí tiene que transmitir algo, bien sea
emoción, tristeza, nostalgia, miedo, felicidad, pero una buena película tiene
que hacernos sentir. (Aunque claro que hay películas que no nos hacen sentir
nada y están hechas simplemente para pasar el rato, pero esas son las malas
películas, yo hablo de cine de calidad).
En la vida,
pasa lo mismo. No quiero que, si en mi lecho de muerte me preguntara qué
adjetivo encajaría mejor para describir mi vida, fuera la palabra «entretenida». Una vida
entretenida es una vida de ver pasar, de mirar pero no observar, de oír pero no
escuchar, de tener pero no sentir.
Por eso busco
experiencias de todo tipo. Da igual lo
maduras o imprudentes que sean, da igual lo largas, lo breves, lo sencillas, lo
complejas, lo divertidas o lo aterradoras que puedan ser, lo importante es que
sean nuevas experiencias.
Está claro que
no todas estas experiencias van a ser correctas, el ser humano se equivoca por
naturaleza, y lo más normal al equivocarse, es arrepentirse. Pero arrepentirse,
al contrario de lo que se suele pensar, no es algo malo, significa que nos hemos dado cuenta de que lo que en realidad queremos se encuentra en otra dirección.
Nunca sabrás
hasta dónde eres capaz de llegar si te quedas sentado en el sofá viendo una
película entretenida. Arriesga, curiosea, experimenta, arrepiéntete.
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